Mientras muchos hablan de soltar y dejar ir, me pegunto si sabemos sostener. Me pregunto si sabemos cómo unir para crear. Será que en realidad sabemos manejar el balance entre cuando soltar y cuando unir? Será que sabemos construir sin perder la autonomía o la libertad?
Por un lado, a veces queremos amarrar y aferrarnos a alguien, queremos estar tan cerca que asfixiamos. Es como si quisiéramos agarrar agua con las manos y entre más apretamos menos agua quedan en nuestras manos.
El polo opuesto es dejar “fluir”, donde no agarramos nada y todo pasa. Tenemos las manos en el agua pero no podemos arreglarla.
El problema no es lo difícil que es soltar, soltar se vuelve difícil cuando la razón que queremos sostener es para llenar nuestros vacíos. Le cambiamos el significado a la palabra relación y la reemplazamos con posesión.
Lo mismo pasa con sostener, no es que sea más difícil, el problema ocurre cuando parar sostener olvidamos nuestra autonomía. Es decir, que para unir y crear dejamos nuestro ser.
Nos aferramos a relaciones por desconocer nuestros vacíos, cuando lo que corresponde es soltarlas. Agregamos más páginas a libros que hace rato deberíamos hacer cerrado.
A su vez soltamos relaciones por miedo a dejar nuestra independencia y autonomía. Por no amarnos lo suficiente, corremos el riesgo que otra persona nos colonice, como si fuéramos un territorio desocupado. Nuestra autonomía se pone aprueba por qué no sabemos amar. Cortamos de raíz de las historias, sin que empezaran cuando sentimos que podemos perder el control; cuando en realidad lo que está pasando es que nos falta conocernos.
El desafío está en aprender a crear, unir y sostener relaciones donde ambos seres se sientan libres.
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